.

.

martes, agosto 21


Carta a un extraño

Hoy me di cuenta que realmente estoy hablando sola, y lo tomo como afirmación. 
No sé si  soy yo que convierto tus palabras en mis palabras y mis palabras en tus palabras.
Calculando qué preguntar para saber qué responder, sin esperar sorpresas que no me hacen nada. 
Y me escucho a mi misma, mas bien sólo escucho el ruido de las teclas diciéndome que quizás sueno superficial, estúpida, victimizada, histérica y pesimista, porque de cierta forma lo externo es mi soporte cuando lo de adentro se torna quejumbroso y mohoso. Y le estoy tirando hachazos a mi soporte y otra vez suena tan estúpido, tan estúpido que estoy sentada en un tronco y el hacha la tengo de estornudo. 
Me enfado porque aún así esto que no entiendo y hace que me desvalore, lo quiero. De alguna forma lo quiero y no sé si será cancerígeno o no.
Pero ya no escucho las teclas y eso me reconforta, no sé si escucho mi voz. Ni si alguna vez escuché, o si tal cosa existe.
Adentrándome en una profundidad de nadas que son irritantes pero a mi me divierten, y entonces me ahogo, me dan calambres, salgo a la superficie, floto y trago agua, pero sigo riéndome. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario